Hoy, 25 de noviembre, es el día internacional contra la violencia de género. Aunque, en mi opinión, todos los días del año deberían ser el día internacional contra la violencia en general, debo admitir que el hecho de concretar una fecha, nos vale para meditar un poco sobre este tema y recordar a todas esas personas que sufren los efectos de este tipo de violencia, mujeres y niños en su mayoría.
Vivir en el miedo te anula y te paraliza, impidiendo que avances en tu vida, destruyendote por dentro hasta el punto de creer que mereces todo ese mal, cargándote de dolor y remordimientos ante la impotencia de no poder poner freno a esa situación. La mujeres maltradas viven en un estado de semisecuestro, llegando, muchas de ellas, incluso a desarrollar una especie de síndrome de Estocolmo. Se engañan a sí mismas creyendo que su agresor, en el fondo, las ama y va a cambiar, tarde o temprano. Pero el cambio tan esperado nunca llega, y los golpes, los insultos, las humillaciones, los desprecios, se siguen sucediendo. Después llegan las disculpas.
Vivir en el miedo te anula y te paraliza, impidiendo que avances en tu vida, destruyendote por dentro hasta el punto de creer que mereces todo ese mal, cargándote de dolor y remordimientos ante la impotencia de no poder poner freno a esa situación. La mujeres maltradas viven en un estado de semisecuestro, llegando, muchas de ellas, incluso a desarrollar una especie de síndrome de Estocolmo. Se engañan a sí mismas creyendo que su agresor, en el fondo, las ama y va a cambiar, tarde o temprano. Pero el cambio tan esperado nunca llega, y los golpes, los insultos, las humillaciones, los desprecios, se siguen sucediendo. Después llegan las disculpas.
Para los niños es mucho peor. Miran impotentes como sus madres son humilladas, vejadas o golpeadas, desarrollando, en ocasiones, un profundo sentimiento de culpabilidad al no poder protegerlas de su agresor, o las culpan a ellas por dejarse tratar de ese modo. Gran parte de los hombres que maltratan a sus esposas, dan el mismo trato a sus hijos, que pierden su infancia entre llantos y miedos, convirtiéndose en adultos inseguros y recelosos o, incluso, agresivos. Si ante los ojos de un adulto una imagen como esta se antoja aterradora, ¿como debe aparecer ante los ojos de un niño?
No toleres que nadie te humille. No permitas que nadie use la violencia contra ti. No te creas peor que nadie y no dejes que nadie se crea mejor que tú. Respeta a los hombres, pero hazte respetar por ellos. Ámalos, pero no más que a ti misma. En nuestra manos está terminar con la violencia contra las mujeres y los niños, y conseguir una verdadera igualdad entre hombres y mujeres. Es de todos la responsabilidad de dar a nuestros hijos un futuro mejor que el pasado que tuvieron nuestros padres.