8 de abril de 2009

La Rueda

Bajo el cielo encapotado de una mañana de octubre todo parece moverse más despacio. Aún no ha amanecido del todo, la gente sale de sus portales, ocultando sus miradas somnolientas bajo enormes paraguas oscuros, y se ponen en marcha hacia sus trabajos como dirigidos por radio control.
Mientras la rueda del capitalismo sigue girando sin descanso, alguien observa sus engranajes perfectos desde su cómodo hogar compuesto por unas cuantas cajas de cartón y unas mantas. Nadie le ve, nadie repara en su presencia, de hecho, juraría que hace semanas que nadie le mira ¿Cuando fue la última vez que habló con alguien? Tal vez fue el mes pasado, cuando aquella señora tan amable le regaló unas ropas usadas ¿o eso fue hace dos meses? Cada día se hace más difícil recordar detalles como esos. Será la edad, claro, al fin y al cabo tiene ya más de 40 años, o al menos eso cree, hace años que lo olvidó. Ha olvidado muchas cosas.
Pero sí que se acuerda de algo. Recuerda una lluviosa mañana de octubre, mientras se dirigía a trabajar -aquel sí era un buen trabajo-, y reparó en un sin hogar que le observaba desde debajo de unos cartones que hacían las veces de refugio. Nunca antes se había fijado en él, pero aquel hombre le miraba como si le conociera desde siempre, quien sabe, hasta puede que llevara años observándolo cada mañana. Recuerda que pensó que no debía sentir lástima por aquel hombre, pues él había elegido su propio camino, bien de forma consciente, bien como consecuencia de sus malas decisiones. Entonces pensaba que la gente como él se auto excluía de una sociedad justa, en la que todos los elementos encajaban perfectamente, casi como los engranajes de un reloj, porque no aceptaban las normas. Eran una lacra -pensó-, pues no contribuían al funcionamiento de la gran máquina que hace posible nuestra sociedad, el capitalismo, y, sin embargo, se beneficiaban de sus ventajas.
Ahora, protegiéndose de la lluvia con sus trapos y sus cartones, se da cuenta de lo equivocado que estaba. Claro que él es responsable, en parte, de su situación, pero ¿qué es, exactamente, lo que ha hecho mal? Ha trabajado toda su vida, ha ganado, ahorrado y gastado su dinero, ha girado durante la mayor parte de su vida en esa que él llama la rueda del capitalismo, y hoy se ha dado cuenta de que, en algún lugar del camino, se quedó fuera y no conoce la forma de volver a entrar.