23 de agosto de 2009

Bullicio

Entre tanto ruido
se perdieron mis palabras.
Entre tantos rostros
conseguí olvidar tu cara.
Entre tantos gritos sordos
ahogué todas mis lágrimas.
Entre corazones de metal
el mio ardió como la paja.

12 de agosto de 2009

Una mañana más

Aquella mañana Alicia se levantó temprano. Sus pesadillas habituales se habían pasado toda la noche atormentándola, así que no esperó a que los primeros rayos de sol asomaran por su ventana para saltar de la cama. Desnuda, se dirigió a la ventana y retiró las cortinas. Aquella mañana el mundo era gris, como lo había sido siempre. Una neblina espesa cubría las negras calles por las que circulaban en silencio miles de personas, todas vestidas de gris y todas sin alma.

Después de asearse y enfundarse su traje, caminó hasta la oficina de su orientador, al otro lado de la ciudad.

- ¿Qué tal has pasado la noche?- preguntó el orientador con una sonrisa de hielo en los labios. Parecía una pregunta inocente, pura cortesía. Pero Alicia conocía muy bien sus intenciones.

- Muy bien, gracias.

- ¿No has vuelto a tener pesadillas? En mi informe aparecen ciertas anomalías del sueño sufridas anoche...- Ya saltó la liebre.

- ¿Entonces para qué me pregunta, si sabe mejor que yo misma qué tal he dormido?

- Alicia, esta situación se está alargando demasiado. Llevo meses viéndote venir a mi despacho, sentarte en la misma silla, contarme las mismas mentiras...¿no sería más sencillo para todos que finalmente decidieras someterte y convertirte en una ciudadana más?

Durante unos minutos, Alicia consideró la idea. Siempre se negó a recibir el tratamiento de integración y además llevaba casi un año sin tomar las drogas del cambio. Desde la ocupación, todas y cada una de las personas que conocía y amaba, sin excepción, se habían sometido. Apenas quedaban en toda la provincia un par de personas que, como ella, se habían negado al cambio y sufrían las consecuencias de tal decisión. ¿Por qué no?, pensó. ¿Por qué seguir sufriendo, empecinada en conservar mi alma? Sería tan sencillo acabar con todo esto...

- ¿Por qué no me han obligado?

- Ya sabes que el cambio debe ser voluntario- respondió el orientador en tono condescendiente.

Mientras dos asistentes del Centro de Orientación para el Cambio la acompañaban a la sala de proyección, Alicia se despidió mentalmente de todo lo que hasta entonces le era conocido. Cada sentimiento, anhelo, impulso, creencia e instinto que conformaban su alma, desaparecerían en cuanto la droga que le acababan de inyectar hiciera su efecto y serían sustituidos, gracias a las proyecciones reeducativas, por un nuevo pensamiento común a todos los ciudadanos del planeta, completando así su proceso de cambio.

Tras un par de semanas de proyecciones las pesadillas, la ansiedad, la desazón habían desaparecido por completo. Alicia se levantó con las primeras luces de la mañana y se acercó a la ventana para descorrer las cortinas. El mundo seguía siendo gris y las calles seguían atestadas de personas que caminaban en silencio. Contempló durante unos minutos la escena intentando recordar qué era aquello que tanto la había perturbado durante el último año, pero no lo consiguió y, a decir verdad, ya no le importaba.



5 de agosto de 2009

Reflexion

Alguien me contó una vez que había conocido a una mujer maravillosa. Se estaban empezando a conocer y todo iba sobre ruedas. Él estaba convencido de que aquella mujer era la que había estado esperando tanto tiempo y me aseguró convencido que se estaba enamorando de ella. Pasamos toda la tarde juntos charlando de su relación y cuando nos despedimos prometió llamarme en otra ocasión para contarme que tal iban las cosas con su nuevo amor.
Pasaron las semanas y no supe nada de él, hasta que un día, por casualidad, nos encontramos en la calle. Le vi un poco desmejorado, así que le pregunté qué tal iba su relación con aquella mujer de la que hablamos la última vez que nos vimos.

- La he dejado- me dijo.
- ¿Por qué?- pregunté asombrada- ¿no resultó ser como tú esperabas?
- Era eso y más, tanto que, cuando me confesó que me amaba y que esperaba tener algo más serio conmigo, me asustó tanto la idea de que pudiera decepcionarla, que la dejé.

Aquello me hizo pensar ¿será por eso que llenamos nuestras vidas de relaciones edulcoradas en lugar de comprometernos en una relación seria? ¿porque tememos decepcionar a las personas que más amamos?

Alguien dijo una vez que "porque alguien no te ame como tú quieres que lo haga, no significa que no te ame con toda su alma".