21 de julio de 2009

Sencillamente nada

A través del humo de mi cigarrillo, veo tu rostro. No es más que una mancha rosada sobre fondo negro que se desdibuja con cada movimiento. Acierto a distinguir una sutil sonrisa en tus labios a medida que te acercas y la imagen se vuelve más clara. Ya falta poco. Pronto estarás aquí.
Alguien, al otro extremo de la habitación, ha abierto una ventana y tú te difuminas en el aire con el humo del cigarro. No eres real; nunca lo has sido.

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