28 de julio de 2009

Un día cualquiera

El sol ha dado paso a un cielo lleno de nubarrones negros. Mientras camino hacia casa, empieza a soplar un vientecillo calentón cargado de electricidad y unos folletos religiosos, que había tirados en el suelo, se arremolinan en formas imposibles.
Siempre me han gustado las tormentas de verano. Me paro en medio de la calle y levanto la vista para contemplar este magnifico cuadro de blancos y negros. Olfateo el aire en busca de ese olor tan familiar a tierra mojada y dejo que el aire acaricie mi rostro. Las primeras gotas comienzan a caer tímidamente y dejan su huella en el asfalto caliente que, de pronto, se transforma en un mantón de lunares negros. Inmóvil bajo la cálida lluvia, siento que no hay nada más en el mundo que este momento, cierro los ojos y me dejo empapar.
Alguien grita. Abro los ojos y veo unas ancianas que me miran atónitas desde la acera, pero no son ellas las que gritan. A mi derecha un coche está parado y su conductor, haciendo aspavientos y soltando improperios, me indica que me quite de en medio de la calle.
Camino despacio hasta casa, sin importarme cómo de mojada está mi ropa, y pienso: "en un día como hoy, nada malo puede pasar"

21 de julio de 2009

Sencillamente nada

A través del humo de mi cigarrillo, veo tu rostro. No es más que una mancha rosada sobre fondo negro que se desdibuja con cada movimiento. Acierto a distinguir una sutil sonrisa en tus labios a medida que te acercas y la imagen se vuelve más clara. Ya falta poco. Pronto estarás aquí.
Alguien, al otro extremo de la habitación, ha abierto una ventana y tú te difuminas en el aire con el humo del cigarro. No eres real; nunca lo has sido.

6 de julio de 2009

Como tú

Como una gota de aceite en un vaso de agua,
como un reloj que intentara dar marcha atrás al tiempo,
como un salmón nadando contracorriente,
como una cometa de cemento.
Eres un diamante en un nido de cuervos.